Suena el teléfono en la estación de bomberos número 4, ubicada en el corregimiento de Bethania, el bombero de la guardia permanente responde y enseguida alerta a sus compañeros que se encontraban dispersos alrededor del cuartel.
La voz que alerta a los camisas roja de turno es 10-70 Héctor. De inmediato el equipo se dirige hasta el vehículo de extinción y en minutos están en la calle, apartando carros con el sonido de la imponente sirena.
Un cerro con un herbazal incendiado a las orillas del Corredor Norte y que pone en peligro unas torres eléctricas en el lugar es el objetivo de los 5 camisas roja.
Para llegar hasta el incendio, los bomberos deben subir un pedregoso terreno a bordo de un vehículo marca Ford con doble tracción, sin embargo la calle se acaba y deben continuar a pie para llegar al foco del incendio para sofocarlo.
Las mangueras no son las armas para esta guerra, las cinco unidades se pertrechan con machetes, rastrillos, bombas de mochila y se adentran en un terreno cercado, rodeado de hierva con una geografía irregular y en el cual se lee un letrero que hace sarcástico el momento “se prohíben las quemas”.
Son las 3:00 de la tarde del 22 de febrero en el cuartel Juan Antonio Guisado en la Avenida Perú. En el control central de comunicaciones solo se escucha a los cuarteles ubicados en el este de la capital repetir más de una vez, 10-70 Héctor.
Una unidad bomberil desde el sector de la Rana de Oro en Pedregal pide refuerzos y en ese momento activan a “La Pulanski”, nombre que se le da a la compañía de bomberos forestales de Panamá.
El capitán José Carreño le grita con voz de mando a sus camaradas que “se van para un incendio”. Cargan sus equipos en un viejo vehículo 4x4 y salen a toda velocidad por la vía.
Llegando al lugar del incendio de masa vegetal, una nueva orden se da por la radio y le piden a “La Pulanski” que se dirija lo más rápido posible al Parque Nacional Soberanía, pues un incendio forestal amenaza está área protegida y se necesita de los expertos.
Cuatro unidades con sus armamentos de bomberos forestales llegan al sitio y se adentran en la vegetación del lugar para alcanzar el cerro que arde sin control.
Fueron tres horas de combate al incendio y hasta la oscuridad de la noche atrapó a los forestales en medio del herbazal ardiendo, finalmente se controló la situación con ayuda de los guardabosques del Parque Nacional Soberanía y unos refuerzos de Alcalde Díaz que se apersonaron a apoyar a una agotada “Pulansky”.
Exhaustos y casi sin energías, los bomberos salen a toda velocidad por el Corredor Norte para llegar a una nueva misión.
Más de 50 camisas rojas ya estaban monte adentro en el conocido “Cerro de las antenas” en Los Andes. Los refuerzos llegaron y se adentraron nuevamente por caminos imposibles, donde solo la tracción de un 4x4 podía conquistar estos terrenos.
Fueron más de 6 horas de combate contra este incendio que no se rendía y que se alimentaba de la fuerte brisa del lugar.
Siendo las 2:00 a.m. del sábado 27 de febrero, los camisas roja que habían abandonado el cuartel desde las 3:00 p.m. del día anterior regresaban a sus bases con la satisfacción del deber cumplido y aclarando por radio a sus superiores que el 10-70 Héctor había sido controlado.
Cuando se pensaba que todo había terminado, una nueva llamada de auxilio alertaba al equipo que se encontraba en el Parque Soberanía. “10-70 Héctor en Los Andes, se necesitan refuerzos” decía el operador de radio.